Lomo plateado

Consustancialmente libre como un gorila de lomo plateado, es imposible de enjaular. Me encantaría localizar un escondite privilegiado y así no dejar de admirarle nunca.
Con el ceño fruncido sobre los ojos transparentes y la misma carita tierna de su simio favorito, él me alegra la existencia. Sus gestos infantiles me llenan el estómago de emoción y carcajadas hasta la lágrima y sus manos de bebé, que flotan y acarician con sólo rozar, son herencia e identidad. Únicamente cuando se enfada su inocencia desaparece. Entonces, enérgico y autoritario, creo verlo correr por la ladera, golpeándose el pecho valiente contra su enemigo.
Es mi lomo plateado y depende del día, me acompaña a pasear o cambiamos los papeles.

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