M.A.S.

Cuando decía que debía haber sido corresponsal de guerra, lo decía de verdad, lo soñaba cada día. Pero un día por sorpresa, justo a continuación de mi particular camino de adoquines, me encontré con un puente, un cambio de dirección, una escalera, un acceso por detrás, una liana, una sábana anudada al dosel de mi cama que llegaba al jardín… me encontré con un desvío que dependiendo del día lo imagino como una nube rosa teletransportadora o como un puente peligroso sobre un precipicio. Y ese desvío aterrizó con nombre y apellidos y, para más datos, compartiendo al cincuenta por ciento los míos.
Y desde entonces pienso que mi camino no consiste en soñar sino en dar los pasos que día a día me llevan de la cama al deber y del deber siempre a sus brazos. Y sueño, despierta y dormida, con que sus sueños son también los míos y con que esos sean los que se cumplan en la vida, porque así mi vida, será mi sueño.

This entry was posted in Capitán de navío, Relatos ciertos e inciertos, Sopresas, Victorias. Bookmark the permalink.

3,612 Responses to M.A.S.